Trenes rigurosamente vigilados de Bohumil Hrabal

¿Qué ocurre si nos asomamos a la mente de un ingenuo joven cuyo entorno carece de sentido, condicionado por una familia excéntrica y en mitad de un conflicto bélico desgarrador como la Segunda Guerra Mundial? ¿Cómo se vive esta cruda realidad desde una estación de ferrocarriles? Con esta premisa, Bohumil Hrabal nos acerca a una perspectiva de la guerra entrañable y cómica, cargada de humor negro combinado con un delicioso toque naíf.

Bohumil Hrabal nació en la República Checa en 1914. A pesar de estudiar Derecho en Praga, nunca llegó a ejercer la profesión. Durante la ocupación nazi trabajó como notario público, empleado ferroviario, obrero de la siderurgia y embalador de papel, entre otros oficios. Estos entornos le sirvieron de inspiración para escribir relatos y textos de corte hiperrealista durante el conflicto bélico. Desde la década de los sesenta pudo dedicarse por completo a la literatura. Sus obras se nutren de la multitud de experiencias que vivió el propio autor y de un contexto histórico muy dinámico y en constante cambio.

Trenes rigurosamente vigilados es la segunda novela de Hrabal, publicada en 1965, y una de las más conocidas y celebradas del autor. Tanto es así que saltó al cine de la mano del director Jiří Menzel y logró hacerse con el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1967.

La novela nos muestra a Miloš Hrma, un joven ferroviario de un pequeño pueblo checoslovaco que desea convertirse en factor para gestionar los trenes que pasan por su estación. Miloš se siente condicionado por la historia de su extravagante familia, que parece frenar su desarrollo como hombre y como profesional; aunque, en realidad, sea otra la razón que se lo impide.

Aunque Miloš es el protagonista, gracias a él conocemos también a los demás personajes, que dan movimiento a la trama y esbozan un interesante cuadro costumbrista. En este sentido, podría considerarse que Miloš funciona como un «ojo indiscreto» que nos permite ver lo que sucede en la estación y a los que allí trabajan. De este modo, conocemos al factor ferroviario Ladislav Hubička, que tiene su propia subtrama al haber tenido un encuentro erótico con la telegrafista Zdenička; el jefe de estación Lánský, quien se desvive por los condes Kinsky, que viven tras la estación, o Mása, la joven revisora de trenes que tontea con Miloš, entre otros personajes.

Esta obra se engloba dentro de la narrativa, concretamente en la novela histórica. Y, aunque el telón de fondo es la Segunda Guerra Mundial, no da protagonismo a la guerra en sí misma, sino que pone el foco en la parte más humana, en la psicología de los personajes. A través de ellos, el lector observa el impactante contraste entre la violencia descarnada del conflicto y situaciones cotidianas que se perciben casi infantiles.

Así, Hrabal desarrolla el concepto de la ingenuidad, del despertar del amor y del deseo y, sobre todo, analiza a lo largo de todo el libro el paralelismo que existe entre la idea de hacerse un hombre y la de resistirse al invasor.

El título es muy sugerente y está bien escogido, por un lado, porque la historia transcurre en una estación de ferrocarriles en la que algunos permanecen vigilados; por otro lado, porque el título no nos revela quién los vigila ni para qué, lo que incita al lector a leer para descubrir qué pasa con esos trenes.

La historia está narrada en primera persona con saltos temporales que nos llevan a distintos recuerdos aparentemente inconexos. Al principio, estos incisos son algo desconcertantes y bruscos; sin embargo, a medida que avanza la narración el lector se adapta a las frecuentes digresiones del narrador.

En cuanto al estilo, la obratrasluce un humor surrealista e incluso ácido, aderezado con el hiperrealismo de los hechos más crudos y atroces de la guerra. La forma de desplegar la trama evoca una sensación de caos y profunda fragmentación de la realidad, creando así un paralelismo con el contexto bélico en el que se desarrollan los hechos.

La novela se divide en capítulos de una extensión media, sin numerar, y que funcionan a modo de transiciones o «fundidos a negro» entre escenas, como si de una película se tratase. El idioma original es el checo, pero la traducción de Fernando de Valenzuela es magnífica. La edición de Seix Barral es extraordinaria, está bien maquetada, con un tamaño de letra que facilita la lectura. Es una edición breve, de 152 páginas, y ligera, en un formato de tapa blanda con solapas que permiten marcar las pausas de lectura.

Es una lectura interesante y muy recomendable, ya que ofrece una visión original y diferente de la Segunda Guerra Mundial. Si bien es cierto que al principio la forma en que se narra «descoloca», es fácil adaptarse al estilo de Hrabal. El autor es capaz de extraer la parte más humana e incluso graciosa de un conflicto bélico, permitiéndonos ver lo absurdo de algunas situaciones y reírnos de nosotros mismos. Esta obra constituye un análisis muy atractivo de la psicología y del complejo universo del ser humano, con múltiples capas de las que extraer incontables interpretaciones.

Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!

T.


Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0 

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