Resulta admirable que la primera obra de un autor, casi desconocido allá por 1955, sea de una calidad tan asombrosa y nos regale una historia compleja, magistralmente entretejida y con unas descripciones de un lirismo de lo más sugerente.
Gabriel García Márquez publicó La hojarasca (1955) cuando tenía sólo veintiocho años y ya en ella se intuía todo el potencial creativo de este prolífico autor. Con esta obra, creó un universo propio y singular en el que plantó las semillas que luego germinarían en novelas como El coronel no tiene quien le escriba (1961), Los funerales de la Mamá Grande (1962), La mala hora (1962) o Cien años de soledad (1967). Y es que García Márquez inventó un pueblo ficticio llamado «Macondo» que se acabó convirtiendo en el escenario común de diversas e inolvidables historias y de tragedias que nos muestran las múltiples facetas del ser humano.

La hojarasca es una novela corta de ficción y nos muestra la muerte de un médico extranjero que residía en Macondo y al que odiaba todo el pueblo, tanto por su actitud como por varias acciones que realizó en el pasado. Tal odio, acumulado durante veinticinco años, lleva a los vecinos del pueblo a negarse con vehemencia a enterrar al difunto en el cementerio, pero el coronel que vive allí tenía una deuda con el médico y debe atender a su promesa a pesar de la aversión de sus vecinos.
A raíz de este hecho, tres personajes diferentes narran alternativamente los sucesos que tienen lugar tras encontrar el cuerpo, entremezclando sus propios recuerdos y las emociones y sentimientos que suscita esa incómoda situación. Ese tremendo rencor que permea a todos los habitantes del pueblo acaba tornándose, incluso, en un ente corpóreo y en un personaje más. Además, será el tema principal que articulará toda la historia así como su ambientación.

El título es muy oportuno, ya que hace referencia, por un lado, a un conjunto de personas superficiales e interesadas que «vuelan» de un lado para el otro según sople el viento, siguiendo sus propios intereses. Por otro lado, el título se utiliza metafóricamente para hablar de las invasiones de extranjeros que llegaron a Macondo y trajeron prosperidad, para desaparecer después y sumir al pueblo en la pobreza y la decadencia.
La trama se desarrolla a través de tres personajes principales que ofrecen su propia visión de los hechos. En ese sentido, tres narradores distintos cuentan lo que ocurre según su percepción personal: un coronel, su hija y su nieto. Así, somos testigos de los monólogos interiores de tres generaciones de una misma familia con inquietudes y percepciones completamente divergentes. Esta «multiperspectiva» es capaz de enhebrar de manera muy precisa y global lo que ocurre en Macondo tras la muerte del médico, ya que cada narrador lo hace desde sus propias emociones, pensamientos y recuerdos.
Dado que la historia recoge hechos presentes entreverados por recuerdos de los pasados veinticinco años, la narración ofrece varios saltos temporales con un uso recurrente de la analepsis. También diría que se puede percibir la técnica del trasloque, ya que la narración fragmenta la historia en piezas que se van encajando estratégicamente para crear un halo permanente de suspense y misterio.

La edición del sello DeBolsillo, de Penguin Random House, es cómoda de leer, ligera y breve (con sólo 130 páginas), con tapas flexibles y una portada bonita. Sin embargo, y aunque la maquetación es de gran calidad, la letra es algo pequeña y se vuelve un poco mazacote cuando los párrafos son más largos, lo cual suele suceder a menudo.
Recomiendo mucho esta lectura para conocer el origen de Macondo, así como para disfrutar de una deliciosa tragedia griega ubicada en Colombia, de la mano de uno de los mejores escritores del realismo mágico y un excelente contador de historias. Gabriel García Márquez es, sin duda, un escritor repleto de infinitos matices y una imaginación desbordante, con unas descripciones capaces de inundar todos los sentidos del lector.
Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0









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