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La luz de las estrellas

La luz de las estrellas

Cuenta la leyenda que un día, de repente, la luz de las estrellas se apagó. Al principio nadie se dio cuenta, pues se había perdido mucho tiempo atrás la hermosa tradición de mirar al cielo y disfrutar de aquel cuadro titilante que parecía componer melodías luminosas. La gente buscaba con más ahínco la luz de sus móviles y las pantallas de sus tablets, deslumbrados por otro tipo de estrellas, más fugaces tal vez, que las que les visitaban cada noche.

Pero un día, alguien salió a la calle y decidió mirar al cielo. La más profunda negrura le devolvió la mirada, como si el cielo llorase un manto de oscuridad por haber sido ignorado durante incontables inviernos. Aquella persona que miró hacia arriba y descubrió la ausencia de las estrellas corrió a contárselo a su familia. Alarmados, fueron a decírselo a amigos, vecinos y conocidos.

Había sido algo tan repentino y enigmático, que la noticia se propagó como la pólvora y alcanzó los lugares más recónditos del planeta. En menos de una semana, todo el mundo salía cada noche a mirar el negro infinito del firmamento. Se mantenían en un respetuoso silencio, desolados, simplemente observando la nada. Ni siquiera la luna se atrevía a interrumpir aquel inesperado luto de la naturaleza y también dejó de visitar los cielos.

Según la leyenda, cuando se apagaron las estrellas y la luna, la gente desconectó sus móviles. Las tablets agotaron sus baterías por siempre y ninguna otra pantalla volvió a encenderse jamás. La humanidad se sentía triste, como si sus corazones se hubieran apagado a la vez que las estrellas. Pero algo maravilloso sucedió: al abandonar aquellos aparatos, la gente empezó a conversar, a mirarse de nuevo a los ojos y, sobre todo, a escuchar. Aprendieron de nuevo a valorar la luz del sol, el canto de los pájaros, el sabor de la lluvia. Se dieron cuenta del regalo que había fuera del mundo digital: la propia vida.

Se había apagado el fulgor a las estrellas, pero la humanidad volvió a prender el fuego de la vida y descubrió, a pesar de todo, su verdadero valor.

T.


Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0 

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