Vino primero elegante, inalcanzable
y yo la respeté en la distancia.
Luego se acercó, vestida con dulces palabras
dibujando una melodía que me seducía el alma.
Pero de nuevo se marchó, envuelta
entre velos de incomprensible erudición;
secuestrada por codiciosas manos,
prisionera de su ambición.
Mas mi mirada tímida quería desnudarla,
desflorar sus fastuosas túnicas
para enterrarme en su interior.
Y mi corazón sonreía. Le sonría...
porque conseguí rescatarla, devolverle
su esplendor. Y su inocencia pura,
su belleza superior, dio color a la esperanza,
iluminó la libertad y desnudó por siempre
mi soledad.
T.
**Este poema está inspirado por la obra poética de Juan Ramón Jiménez, concretamente «Vino, primero, pura», y la reescritura del mismo poema por Javier Egea.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0








