Con las manos en las letras

Es la segunda vez que leo esta obra y todavía no me había atrevido a reseñarla. Confieso que me resulta complicado dar una explicación racional a por qué me tiene tan fascinada (casi obsesionada) y a por qué me resuena y me mueve tanto por dentro. Así que me he puesto a investigar un poquito la opinión de los expertos en torno a Hilos. Esto es un esbozo muy superficial, pero bueno, así os hacéis una idea.

Digamos, simplificando mucho, que Chantal Maillard toma la imagen de los hilos como metáfora de las emociones, los estados de ánimo, las dudas, los pensamientos y todo aquello que nos teje como individuos. También está muy presente el dolor y el objetivo de la voz poética de alejarse de todo ello para analizarlo «desde fuera».

Todavía tengo mucho que aprender y descubrir de la filosofía occidental (paradójicamente, a pesar de ser hija de la cultura europea, entiendo mucho mejor la filosofía oriental; ya entraré en detalles en otro momento); el caso es que he visto que algunos académicos sitúan la obra Hilos en línea con el pensamiento de Wittgenstein. He hecho un mapeo superficial de su trabajo (que no conocía y es muy interesante, por cierto) y sí veo que algunos aspectos se asemejan al tema de los poemas de Maillard. Sobre todo, en cuanto al acto de escribir para crear(se).

Pero lo dejaré ahí, ya que no quiero entrar en un terreno demasiado académico para no hacer pesada esta publicación. Sin embargo, sí quiero tirarme a la piscina para dar mi humilde opinión, basada en las impresiones que me ha evocado la obra y en lo (poco) que sé de la filosofía oriental, en este caso concreto, de la hindú.

Lo que me transmite Maillard es una búsqueda interior desde fuera; es decir, pretende distanciarse de sí misma para comprender sus emociones, sus sentimientos y el mundo. Alejarse de lo que los hindús conocen como «Maya», ese velo que nos impide ver la realidad tal cual es. Así, Maillard aspira a alcanzar una actitud contemplativa que de nuevo lleva a la filosofía hinduista y su concepto «santarasa», que se refiere a un estado de contemplación estética, de serenidad o calma.

De hecho, muchos de sus poemas analizan ese estado emocional donde, como la propia Chantal Maillard apunta, «el individuo (…) adopta la actitud de espectador», una actitud de ecuanimidad ante la vida, los pensamientos y las emociones. Salirse de uno mismo para buscarse desde la objetividad y la neutralidad. Entenderse desde fuera. Y, sobre todo, entender el sufrimiento que tenemos dentro al salir de nosotros, al alejarnos de él.

Me explota la cabeza al ver cómo ella sí lo consigue, cómo plantea esas dudas (que comparto con ella desde una posición mucho más inexperta), cómo indaga en las preguntas como si fueran koanes sin solución y, sobre todo, cómo logra combinar con gran maestría la perspectiva filosófica con la belleza de la poesía. Y creo que es incluso más asombroso saber que habla de la propia experiencia del dolor, tanto físico como emocional y mental. Me quito el sombrero y me pongo ante sus pies. Una maravilla.

No me extenderé más, porque podría estar divagando y especulando durante cientos de páginas, así que solo diré que me ha encantado y que sin duda volveré a leerlo.

Ojo: no es una obra sencilla, pero recomiendo no perderse la belleza que teje Chantal Maillard en cada poema, su estilo poético tan particular y su forma de contener en los poemas tanta emoción y alejarse de ella al mismo tiempo.

Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!

T.

Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0