Me encontraste hecha rescoldos
al borde de la oscuridad; huía
la luz de mis ascuas, deslizándose
entre capas de polvo color de luna—
fría mi piel fría
mi vida.
Y llegaste incandescente
para alimentar mis brasas,
para verter tu lava entre tizones
que se apagaban. Encendiste
el corazón de una hoguera
que se deshizo en humo
y se tejió
en los insistentes ecos del ayer.
Prendiste de nuevo el fuego
y su luz deslumbró a las estrellas
evaporamos océanos, derretimos montañas
y luego
el sonido de tu silencio.
Llegaste incandescente, me inflamaste
y la hoguera se volvió atroz pira
donde yacen ahora
mis cenizas.
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0








