«La lamentación por medio de sonidos, o, mejor aún, palabras, es una inmensa liberación, porque indica que el que sufre está empezando a producir algo […] Ya está construyendo algo de lo que le resulta devastador. La observación ha empezado». Bertolt Brecht
Me permito aprovechar una conversación de esta mañana para desarrollar esta publicación, que tiene el objetivo de convertirse en una suerte de «reflexión analítica» (si acaso esa expresión existe). Comparto la pregunta que ha inspirado a mis dedos: «¿Qué quieres expresar con la portada de tu último libro, Fragmentos de la oscuridad?».
Voy a ir por partes, puesto que quise que la ilustración recogiera varios aspectos.
1. Filosofía oriental
En la sección «Mis libros», explicaba que el primer poemario que he escrito «pretende reivindicar la importancia de la oscuridad para que exista la luz». En ese sentido, hay mucho de filosofía taoísta en él, no solo porque me apasiona esta corriente filosófica y la he estudiado durante años con gran atención, sino porque me siento muy identificada con el principio del Yin y el Yang que desarrolla. Por ese motivo, comentaba que luz y oscuridad son las dos caras de una misma montaña, ya que unas veces queda iluminada por el sol (luz) y otras, por la luna (oscuridad). Así, luz y oscuridad se retroalimentan y son interdependientes: no puede existir una sin la otra. Solo se puede llegar a la unidad aceptando y abrazando ambas.
También la filosofía de la aceptación —propia del budismo, el hinduismo y el taoísmo—, está muy relacionada con el propio contenido del poemario: el dolor (si se quiere entender como oscuridad) interpretado como fuerza natural por la que transitamos y que nos lleva al sufrimiento si, en lugar de aceptarlo y comprenderlo, nos resistimos y luchamos contra él. Del mismo modo, esa aceptación de la «oscuridad» (del dolor) nos permite alcanzar la «luz» (la sanación) y nos invita a evolucionar y recorrer el camino del autoconocimiento con una mirada más despierta y atenta.
2. Luz, oscuridad y colores
Con la anterior idea en mente, quise jugar con la complementariedad de los colores: tonos morados y amarillos, como una llama con todos sus matices. Asimismo, me vino a la cabeza la imagen de una vela en mitad de un cuarto oscuro: cuando riega la estancia con su luz, tiene un hermoso tono anaranjado y deja el resto del lugar habitado por sombras ondulantes que parecen palpitar sin cesar. La propia llama tiene esos colores que se complementan, que simbolizan el cambio y la interdependencia.
En este punto, quiero agradecer especialmente a la ilustradora —Jana Domínguez— la sugerencia de optar por el color naranja, ya que yo tenía intención de ponerlo en amarillo y el efecto final no hubiera sido el mismo.
3. Simbolismo transgresor
Por otro lado, mi espíritu rebelde me ha impulsado a rebatir el orden establecido desde chiquitita, por lo que nunca he aceptado que la luz sea categóricamente buena y la oscuridad, mala. Nunca lo entendí, ni mucho menos lo acepté: un concepto tan maniqueo y extremista solo puede ir contra natura. Sobre todo porque aceptar esa máxima es aceptar que la noche es mala frente al día, la luna es negativa frente al sol, la pasión es perniciosa frente a la razón. ¿Por qué limitar una vida que es tan abundante y rica? ¿Por qué rechazar una parte natural de la existencia?
Para mí, la oscuridad nunca ha sido mala, nada de lo que desvincularse ni mucho menos algo que temer. De hecho, es fundamental también para lograr una comprensión más global de lo que nos acontece, lo que nos rodea y, sobre todo, para entendernos a nosotros mismos y nuestros procesos.
Esta idea, unida a la filosofía del Tao, me hizo ver que dentro de la oscuridad hay luz y dentro de la luz hay oscuridad. Por tanto, ambas son parte de la misma esencia, matices infinitos si se prefiere, de un ser mucho más complejo de lo que pretende acotar (o de lo que puede abarcar) la mente humana.

4. Ilustración de las mujeres
Una vez más quiero agradecer a Jana Domínguez el estupendo trabajo que ha hecho para ilustrar mi obra. No solo por su profesionalidad, sino porque trabajar con ella en este y en mi primer libro ha sido un placer inenarrable.
Las dos mujeres de la portada son una sola, es decir, son la mujer que habita la sombra y la que habita la luz, la mujer que llora y la que ríe, la que sufre y la que le abraza desde el amor. Es esa mujer que ha alcanzado lo más profundo del pozo, rodeada de sombras y negrura, y que ha decidido coger aquel dolor para hacer alquimia con él. Y es, además, esa mujer que mira a la vida con esperanza, hacia arriba del pozo, con la luz que ella misma ha creado a partir de su dolor: con su luz.
En esa misma línea, el hecho de que estén espalda contra espalda simboliza que se apoyan mutuamente, no se rechazan sino que se aman; simboliza, además, la fuerza que nace de su unión a través de las manos entrelazadas, representación de la aceptación propia.
Los ojos cerrados nos invitan a mirar en nuestro interior, desde el cariño y la voluntad de comprender, como una mano tendida hacia el viaje del autoconocimiento. El haber escogido la figura de la mujer se debe —no puedo negarlo— a que yo misma lo soy y que defiendo el empoderamiento de mi sexo y de mi género. También porque algunos dolores son más propios de la mujer, como es el caso de la endometriosis, y quería hacerles un hueco (en la ilustración y en el poemario) para visibilizar un problema más frecuente de lo que cabría pensar. No obstante, todas estas ideas se pueden extrapolar a los hombres, salvo el último matiz que menciono acerca de la salud.
Finalmente, añadir que el dibujo en un solo trazo nos da idea del ciclo infinito de la vida, de la circularidad en la que no hay comienzo ni fin, sino cambio y continuo movimiento.
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Es muy posible que me deje algún aspecto crucial, pero creo que este repaso recoge los puntos más importantes que aglutina la portada (y, en gran medida, el contenido) de Fragmentos de la oscuridad.
Me gusta que me hagan este tipo de preguntas para indagar más acerca de lo que hay detrás de algo aparentemente simple y que no es fruto, en absoluto, una decisión fortuita. Al igual que no lo ha sido escoger la cita que abre esta publicación. Gracias por este pedacito de vuestro tiempo.
Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0








