Hacía tiempo que no me pasaba por aquí. Que no sentía la pulsión de compartirme y desnudar mis pensamientos en forma de letras. Hacía tiempo.
Hacía tiempo que no me emborrachaba de palabras, vacías y llenas. De palabras crudas, vírgenes, sucias, tiernas, reventadas. De palabras asesinas y palabras salvavidas. De palabras que gritan vestidas de silencio. De palabras que crecen en el eco de los tiempos.
Hacía tiempo que no comprendía los sentidos de todo aquello que me rodea. De todo aquello que escapa a ser definido, que devora los límites, los rompe, los pliega, los sobrepasa.
Hacía tiempo que no hablaba sin palabras, sin gestos, sin miradas. Solo con latidos escritos a máquina y con sangre de letra. Con la música que se teje en tu esencia y navega en un crepitar. Hacía tiempo.
Hacía tiempo que no salía del pozo que parió un bucle estancado donde todo se pudre. Que no fluía como corriente liberada, pura, limpia y llena de vida.
Hacía tanto tiempo, que olvidé cómo hacerlo…
…por eso, en un atardecer de maldolor agriácido decidí…
levar anclas
marchar
hacia dentro
en lo profundo
hacia en
hacia un abrazo
al vacío
T.








