Hoy os traigo el producto de una escritura inconsciente, fruto de un momento de miedo irracional e infundado. Es curioso cómo algunos eventos en nuestra vida, ya sea situaciones o incluso gestos de personas, pueden funcionar como detonante para activar ciertas emociones y sensaciones. A veces, solo a veces, las emociones que desatan son un mero reflejo de lo que hay en nuestro interior y no lo que perciben nuestros ojos. Espero que os guste o, al menos, os invite a pensar. Aquí va:

Algunos vivimos con miedo. Como si pidiéramos permiso para vivir.
Sin terminar de creernos lo que vivimos, habitamos una vida que se asemeja a los sueños.
Y, ahí, la realidad y la fantasía juegan a fusionarse.
Todo es una ilusión. Nada es real.
Todo es real. Nada es una ilusión.
Tememos perderlo todo, no tener nada.
Pero, ¿qué sentido tiene vivir con miedo constante?
Miedo a perder lo que nunca tuviste.
Miedo a no saber algo que nunca supiste.
Miedo al miedo en su estado más crudo.
¿Qué sentido tiene aferrarse?
O, más bien, ¿a qué nos aferramos?
A lo efímero; a lo evanescente.
A una sombra de la inevitable caducidad de la vida.
A perder algo que nunca nos perteneció.
¿Por qué aferrarse entonces?
¿Para qué?
T.

Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0









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