El título de esta novela negra siempre ha sido conocido, al menos en mi entorno. Sin embargo, se asociaba a la famosa película de 1981, protagonizada por Jack Nicholson y Jessica Lange y dirigida por Bob Rafelson. En mi caso, fue una de las lecturas recomendadas del último mes, así que lo tomé prestado de la biblioteca por pura curiosidad. También había leído un poco sobre el autor antes de decidirme y vi que lo calificaban como uno de los grandes representantes de la novela negra americana, por lo que no pude resistirme.
Empiezo por contextualizar al autor y su obra: James M. Cain, nacido en Maryland en 1892. De acuerdo con la enciclopedia Britannica, era un novelista caracterizado por escribir melodramas cargados de violencia y un casi obsesivo componente sexual. Se le suele encasillar en la llamada «escuela hardboiled» (entre finales de 1920 y 1940, aproximadamente), un subgénero de la ficción policíaca con un estilo crudo, truculento y con frecuentes escenas o situaciones eróticas.

El género hardboiled pasó a formar parte de la llamada literatura pulp como una variante de la novela negra y de ficción policíaca (las pulp fiction eran revistas conocidas por ofrecer una temática morbosa, sensacionalista y, en muchas ocasiones, de baja calidad). James M. Cain fue catalogado como uno de los representantes del género, junto con Dashiell Hammett y Raymond Chandler.
El cartero siempre llama dos veces se publicó en 1934 y fue la primera novela de Cain. Se convirtió en un gran éxito desde su publicación, aunque también fue sometida a censura en algunos países, no solo la novela, sino también las dos adaptaciones cinematográficas de 1946 y 1981.

En cuanto al argumento, seré breve, prefiero que sea el lector quien averigüe lo que ocurre. James M. Cain cuenta la historia de Frank Chambers, un trotamundos vividor que llega a un restaurante en mitad de una carretera secundaria. El dueño, un hombre griego llamado Nick, le ofrece trabajo a Frank y este acepta en cuanto conoce a la mujer de Nick, Cora.
A lo largo de la trama nos encontramos con una historia de autodestrucción motivada por el deseo y la lascivia, por la ambición y el ansia de buscar una vida mejor. Vemos cómo la lujuria ciega a los personajes y nubla su juicio hasta cometer un asesinato.

La narración es dinámica, como si estuviera conformada por diversas escenas cinematográficas, y va al grano, contando la historia para centrarse en los hechos y las consecuencias de los actos de los personajes.
Sin embargo, los personajes son muy planos, muy simples y tremendamente estereotipados: Frank es el típico vividor al que parece darle todo igual y que se mueve por impulsos, casi irracionalmente, sin pensar en nada más que lo que desea en el momento. Por su parte, Cora aparece como epítome de femme fatale, pero es retratada de un modo muy simplista: a veces parece una mujer bastante tonta, en otras ocasiones parece una manipuladora inteligente y otras como víctima de su desgraciado destino.

Nick es también un personaje muy gris, que no dice nada ni llama especialmente la atención. Los únicos personajes que tienen algo más de interés son los abogados, pero tampoco se profundiza en ellos y se vuelve a caer en clichés y personajes poco elaborados.
El motivo que desencadena el asesinato es muy forzado, no es realista y tampoco creíble. Sobre todo, porque no resulta lógico que dos personas que se acaban de conocer se amen apasionadamente y se quieran de un día para otro hasta el punto de decidir cometer un asesinato basándose en «su amor». Entiendo que pueda existir deseo, pasión y lujuria, pero no amor y menos en un lapso tan corto de tiempo.
Los personajes carecen de profundidad y la historia, aunque ofrece una trama interesante y dinámica, no se percibe bien cohesionada, con algunas elipsis que no acaban de estar bien estructuradas y que dejan huecos sin sentido en la narración.
Personalmente no es una lectura que recomiende porque me ha decepcionado. Es posible que haya sido la nefasta traducción que he leído, que a veces no se comprendía lo que quería decir el autor, aunque también me ha defraudado mucho la construcción de personajes, que se me antojan simples y muy estereotipados. La trama tenía mucho potencial, pero tengo la sensación de que se queda en la superficie y que no es creíble en muchos aspectos.

Leeré algo de Hammett y Chandler, por ver más ejemplos del género hardboiled, pero mejor en versión original, para no estar condicionada por una mala traducción.
Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0









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