Si bien este blog está más orientado a la literatura, los cuentos, la escritura creativa y otros menesteres más propios de la palabra escrita, no puedo negar mi pasión por el cine, por lo que he decidido atreverme a hacer mi primera reseña cinematográfica (¡qué nervios, me voy a «desvirgar» con esto!). Pido perdón de antemano por mis limitados conocimientos del séptimo arte y los posibles errores técnicos o por la organización caótica de mi exposición. Esto no pretende ser una crítica profesional, sino una opinión informal para compartir mis impresiones tras ver esta película. Porque me ha encantado, vaya.
Oppenheimer es la última película de Christopher Nolan, estrenada en julio de 2023 y catalogada dentro del género de drama histórico. Por la manera en que se ha rodado y el espectacular uso de la música que acompaña a la película, me atrevo a catalogarla también dentro del thriller y el terror psicológico, sobre todo por la facilidad que tiene de transmitir al espectador la ansiedad que invade al protagonista.
La película se basa en la novela biográfica American Prometheus (2005) de Kai Bird y Martin J. Sherwin. No sé a vosotros, pero a mí me llaman poderosamente la atención los libros en los que se basan las películas que me gustan, así que es probable que me lo acabe leyendo… Prosigamos.
La cinta nos explica la vida de J. Robert Oppenheimer, un genio de la física teórica que fue clave para uno de los momentos más relevantes de la historia moderna: el desarrollo de las armas nucleares y el inicio de la Guerra Fría. Mentiría si no reconociera mi fascinación por este período a nivel de política geoestratégica y relaciones internacionales, por lo que ver cómo Nolan lo ha plasmado desde otro punto de vista, más allá del estrictamente histórico, me ha parecido sencillamente espectacular.

No solo vemos una magnífica recreación de la época y del sentir de la población estadounidense, desde los últimos años de la Guerra Civil española, pasando por la Segunda Guerra Mundial, los inicios de la Guerra Fría y la cruel política de caza de brujas del macartismo; sino que, además, asistimos a esos eventos desde la genialidad de los científicos de la época, en una carrera contrarreloj marcada por las guerras, la lucha de poderes y egos y los profundos antagonismos políticos que nos muestran multitud de tramas de traición y conspiración. He de decir que Nolan, una vez más, ha construido una trama de lo más redonda, con un encaje perfecto de cada pieza.
Pero no solo hay que reconocer la labor del director, sino que Cillian Murphy interpreta su papel de un modo sublime. Su lenguaje corporal, la manera de transmitir el conflicto de emociones que lucha en su interior tan solo con una mirada y su impecable actuación hacen que el personaje de Oppenheimer sea aún más redondo.
Me gusta especialmente que sea muy humano, imperfecto, una persona dividida entre lo que le dicta su moral, incluso sus entrañas, y lo que considera su deber. Alguien auténtico, con sus errores y aciertos, movido muchas veces por una infinita curiosidad científica y esa personalidad algo naif que suele acompañar a los visionarios y soñadores.
También es memorable el resto de personajes, con interpretaciones maravillosas de Emily Blunt, Robert Downey Jr. o Gary Oldman, por citar tan solo algunos. Me sorprendió la cantidad de actores de peso que figuran en la película y es de agradecer la presencia de diálogos interesantes, bien construidos y llenos de detalles que obligan a varios visionados para sacarle más jugo al largometraje.

En cuanto al uso del tiempo narrativo, Nolan nos muestra los eventos sin seguir un orden cronológico, sino que da saltos de un momento de la historia a otro, trasladando la técnica literaria del trasloque a la pantalla con gran maestría. Además, refuerza tales cambios temporales intercalando imágenes en blanco y negro con las escenas a color, lo cual crea un impacto mayor en el espectador. Muy a su estilo, Nolan juega con la forma de componer los relatos y conduce al espectador por una montaña rusa de emociones, de estímulos visuales y sonoros.
Retomo el tema de la música; dos palabras: MADRE MÍA (por ser una persona educada que usa el lenguaje de un modo lo más correcto posible e intenta no caer en expresiones vulgares, de lo contrario hubiera dicho una brutalidad). Desde el inicio de la película, la música (y la ausencia de ella) comparte protagonismo con los actores.
Digamos que es una faceta más de la actuación de Murphy, como un complemento que potencia su actuación y lo lleva a niveles cuánticos. Hay momentos en los que el in crescendo de la melodía te obliga a agarrarte a la butaca por pura angustia, otros instantes donde el más ensordecedor silencio produce inquietud, desasosiego y congoja. Es espectacular cómo la música va guiando al espectador, cómo le prepara para lo que ocurre, no solo en cuanto a acción sino en lo que se refiere a las emociones que pretende evocar la historia.

Por último, me gustaría mencionar la fotografía, otro de los elementos que me ha llamado poderosamente la atención. Como decía antes, la película intercala escenas en blanco y negro con otras en color. Las que son en color también tienen matices, porque según la época en que nos encontramos tendrán mayor o menor intensidad de color.
Todo ese juego cromático sirve de herramienta narrativa para explicar mejor la historia y ayudarnos a seguirla, pero también para enfatizar distintos aspectos del personaje principal. Además, el director de fotografía, Hoyte van Hoytema, incluye bellísimas imágenes de átomos, del movimiento de la energía vista al microscopio y de la fisión nuclear, entre otros. Desde mi humilde punto de vista, la fotografía de esta película es una auténtica obra maestra.
Recomiendo sin lugar a dudas esta película a los fans de Nolan, a quienes tienen interés por la historia, por la Guerra Fría, por las historias bien contadas, por el buen cine y por un minucioso análisis de la psicología de los personajes. La fotografía, la música y la manera de encajar cada pieza de este gran puzle son de una belleza sobrecogedora.
Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0









Deja un comentario