Esta es una de esas lecturas que dejan huella por numerosos motivos: por lo bien escrita y documentada que está, por los inolvidables personajes y por una trama tejida con tal maestría que es imposible dejar de leer. En mi caso personal, además, se añade el tema que trata la autora y que me resulta de lo más fascinante.
Decir que Dispara, yo ya estoy muerto (2006) es una novela de ficción histórica sería de un reduccionismo atroz. Esta novela combina de un modo magistral la historia, el suspense y el drama, pero también es una ambiciosa y detallada crónica política y familiar que pretende plasmar, de la manera más global posible, uno de los conflictos más prolongados de la historia moderna: el árabe-israelí. Podríamos decir que es «una historia repleta de historias», cuya trama se desarrolla como si fuera un juego de matrioshkas, esas muñecas rusas que están huecas y esconden en su interior una nueva muñeca más pequeña, como si fuera un puzle.

La historia nos traslada a nuestra época, en la que Marian Miller, una analista de la ONG «Refugiados», acude a Israel para entrevistar a miembros relevantes de las comunidades judía y árabe con el objetivo de valorar, con ecuanimidad, la política de asentamientos del gobierno israelí. Durante su visita conoce a Ezequiel Zucker, con quien mantendrá diversas charlas que reconstruirán la historia de las dos familias protagonistas: los Zucker y los Ziad, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. A lo largo de este generoso y detallado recorrido histórico veremos cómo las circunstancias ponen al límite a todas las personas, tambaleando sus principios, sus vínculos afectivos y su forma de sentir y percibir la vida.
Quizá uno de los elementos que dotan de mayor encanto y magia a esta novela es la progresiva manera de cimentar el vínculo entre el lector y los personajes. Julia Navarro nos traslada a los inicios de ambas familias, incluso antes de conocerse, de modo que vemos cómo se forja su pasado más remoto, cómo es el contexto en el que se macera y de qué manera este marcará su personalidad. Asimismo, esas raíces alimentan la idiosincrasia que acompañará a cada personaje y nos ayudarán (al menos en parte) a entender muchas de sus conductas y decisiones.
Otro de los aspectos que hacen especial a esta novela es la capacidad para remover los sentimientos del lector. Julia Navarro te zarandea, te sacude, te da cierto respiro y, cuando bajas la guardia, vuelve a empezar otra vez (incluso con mayor intensidad); tal vez sean este frenesí y la necesidad de saber más los motivos por los que es imposible abandonar la lectura.

Puede que, al comenzar a leer, tengamos una postura más o menos definida con respecto al conflicto árabe-israelí; pero, una vez nos zambullimos en la historia, comienzan a mezclarse todo tipo de sentimientos contradictorios y conflictos internos al ver que no estamos ante una «simple» lucha maniquea de buenos contra malos. En realidad, asistimos a la historia de dos comunidades, ambas víctimas de la fatalidad y de intereses ajenos a ellas, así como de una profunda falta de comunicación y un odio irracional cocido a fuego lento.
Dispara, yo ya estoy muerto combina multitud de temas tan bien hilvanados que no serviría solo uno para etiquetar esta novela. A lo largo de sus casi 900 páginas vemos un equilibrio perfecto entre temas universales como el amor, la vida, la muerte, el paso del tiempo, la guerra o el odio, entre otros. Pero es que, además, la autora coge cada uno de esos temas y lo desgrana hasta ponerlo bajo el microscopio y analizar minuciosamente cada una de sus partes constitutivas, ofreciendo así infinidad de matices que enriquecen aún más la narración.
Los personajes están construidos con gran maestría, no solo se profundiza en el desarrollo psicológico y emocional de los protagonistas, en su evolución y sus conflictos internos, sino también en el de los personajes secundarios, lo que hace que todos ellos sean muy redondos y que acaben inevitablemente en el corazón del lector.
La narración se estructura combinando distintos puntos de vista, aunque se podría decir que da más peso al narrador testigo/informante con cierto grado de omnisciencia. Y, aunque es inevitable la subjetividad inherente al narrador cuando nos cuenta su percepción de los hechos, sí se distingue un interés por mostrarlos de la manera más objetiva posible.

En cuanto a la trama, no sigue un orden cronológico estricto, sino que es más bien un puzle con piezas que van conformando paulatinamente la historia y que la dotan de tensión narrativa y mayor suspense. Así, nos encontramos con saltos atrás y adelante en el tiempo, con el uso del trasloque en algunos momentos, pero muy bien incorporado, de manera que no rompe el relato. Las descripciones son directas, sencillas y muestran los hechos sin perderse en detalles, manteniendo la coherencia interna y la verosimilitud. Por su parte, los diálogos entre personajes explican determinados acontecimientos históricos de un modo tan natural y fluido que hace que no resulte pesado o tedioso.
Sin ánimo de alargarme más (que podría seguir ad infinitum), solo añadir que la edición que he leído es la de la editorial Punto de Lectura (Penguin Random House; ISBN 9788466333719) de 912 páginas (con glosarios y anexos históricos). Es un libro maleable, cómodo para leer, bien maquetado y con un tamaño de letra aceptable.
Recomiendo mucho esta lectura para acercarse al conflicto árabe-israelí con una mirada abierta y conciliadora, para entenderlo mejor y conocer su historia desde la mirada de la gente. Eso sí, no es un libro «fácil»: es crudo, descarnado y algunas partes son de lo más lacerantes, al menos a mí me removió muchísimo y se me encogió el estómago en más de una ocasión, especialmente al saber que está basado en una historia real.
No obstante, considero que es una obra soberbia, ambiciosa y de una calidad literaria, documental e histórica extraordinaria. Julia Navarro ha hecho un trabajo excelente tanto a nivel narrativo como de documentación; resulta admirable.
Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0









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