Con las manos en las letras

Resultan preocupantes las recientes noticias acerca de la censura y la «modificación» de cada vez más libros (William Shakespeare, Agatha Christie o Roald Dahl, entre otros) para que se ajusten a los estándares de una nueva moralidad de dudoso origen y oscuras pretensiones.

Más allá de los motivos que descuartizan sin piedad el espíritu del arte como vía de expresión, de lo cual ya hablé en su momento, considero importante reivindicar el cada vez más necesario pensamiento crítico. Ese que ayuda a analizar y reflexionar antes de acusar, vilipendiar y hacer apología de un victimismo narcisista que pide respeto sin respetar al otro.

Es posible que sea evidente a simple vista, aunque no está de más llamar la atención sobre una diferencia sutil, pero importante: no es lo mismo la figura del autor que la del narrador. Me explico.

El narrador nos cuenta una historia desde su punto de vista. Puede ser en primera persona, compartiendo sus pensamientos, impresiones y formas de pensar; o bien, puede erigirse en un ente omnisciente que simplemente narra los hechos para que el lector los conozca. En ambos casos existe, inevitablemente, una cierta subjetividad tanto en lo que se cuenta y lo que no, como en la forma de hacerlo.

El autor, por su parte, es quien plasma la historia y escoge la estructura, los personajes, el argumento y la trama. Da vida a un conjunto de personajes, entre los que se halla el narrador (omnisciente, equisciente u otro), que es quien nos introduce en la historia que vamos a conocer.

Sin embargo, la forma de pensar, actuar y sentir del autor (y esto es de suma importancia) no tiene por qué coincidir con la del narrador. Muchas veces busca, incluso, plasmar a través del narrador opiniones contrarias a las suyas con el objetivo de hacer una crítica, provocar una reacción o investigar la psicología y el comportamiento humanos.

Esta sutil diferencia es vital a la hora de leer, entender y analizar un libro. Y, aunque parece evidente que no es lo mismo, suele haber gran cantidad de personas que confunde estos dos términos. Si así fuera, cualquier autor de novela negra o thriller sería un psicópata (Stephen King o Thomas Harris son dos buenos ejemplos).

Me limito al tema literario y de las letras, porque es lo que llevo estudiando prácticamente toda la vida. Pero considero esencial, para un diálogo desde el respeto y la voluntad de entender aquello que es diferente a nosotros, cultivar activamente ese pensamiento crítico que ayuda a elaborar argumentos razonados en lugar de una neocensura que sólo logra borrar el pasado. Un pasado que está ahí y que, de ignorarse, nos pone en peligro de volver a repetir.

Quizá si se empiezan a tener en cuenta estos matices, ciertas críticas infundadas y superficiales se diluyan en afirmaciones más elaboradas y argumentadas. Una pequeña reflexión que quería compartir por aquí…

Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!

T.

Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0