Soy una soñadora nata desde que me conozco. Supongo que por eso adoro los cuentos. Contarlos. Que me los cuenten. Imaginarlos. Perderme en ellos. Tanto, que a veces prefiero vivir en esos maravillosos (y, a veces, siniestros) mundos antes que en la vida real. Y es que en los cuentos siempre hay fantasía, magia y una inocencia propia de los más pequeños, que nos abre las puertas de la imaginación más desmedida.
Curiosamente, mucha gente con la que he hablado ha manifestado un cierto rechazo hacia este género. «Eso es para niños pequeños». «Yo es que ya no leo de eso, ahora prefiero novelas para adultos». «A mí esa literatura no me gusta porque no me aporta nada».
Podéis imaginar mi cara tras esos comentarios.
Absolutely speechless.
Llamadme loca, pero no creo que haya que desdeñar ningún tipo de literatura porque de toda se puede sacar algo. Incluso de aquella menos elaborada o de menor calidad podemos extraer un matiz, una perspectiva, «un algo» que nos haga reflexionar. Además, leyendo diversos géneros literarios seremos capaces de forjar un criterio más global, que nos ayude a desarrollar el pensamiento crítico. Que, al final, de eso se trata.

Volviendo al tema que nos ocupa, os confieso que a mí me encanta la manera que tienen los cuentos de hilvanar todo tipo de tramas de una manera asombrosamente armónica. En apariencia son sencillos, pero tienen ese fascinante encanto de los grandes contadores de historias, capaces de mantenerte enganchado para saber qué ocurrirá a continuación.
Autores como Cortázar, Borges, Ángela Carter, Roald Dahl o Gabriela Mistral son unos grandísimos cuentacuentos. De hecho, si te pones a leer a estos maravillosos escritores empiezas a ser consciente de la complejidad que supone escribir algo tan (aparentemente) sencillo.
Por eso, no considero que sean precisamente lecturas menores; es más, resulta bastante peliagudo escribir cuentos donde pretendes narrar una historia cruda y complicada con un lenguaje sencillo y accesible para todo el mundo. Es todo un arte.

No sé si fruto de las fuerzas de la serendipia o por mi tozuda determinación por aprender de todo, encontré hace meses un curso de reescritura de cuentos al que no pude resistirme. Me hace muy feliz poder decir que estoy aprendiendo un montón y que tengo desatada mi curiosidad en un grado superlativo.
Por eso iré recopilando y publicando información sobre la historia de los cuentos, sus temas y estructuras, los grandes recopiladores de cuentos y todo lo que vaya descubriendo de este fascinante mundo de fantasía.
Y, por supuesto, compartiré con vosotros mis propias reescrituras, tema del que hablaré en breve.
Nos leemos pronto. ¡Felices lecturas!
T.
Con las manos en las letras © 2023 by Tania Suárez Rodríguez is licensed under CC BY-NC-ND 4.0









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